Sensibilidad


Se dice que el corazón es el órgano principal de sensibilidad que enlaza al instrumento humano con la dimensión no-física del ser superior. Si nosotros aceptamos esta idea como una hipótesis que funciona, entonces se vuelve obvio que debemos aprender a sintonizar las señales detectadas en el corazón si queremos ser efectivos en nuestra práctica. El corazón energético está “conectado” con las Estructuras de Información No-Derivadas, como las denomina la Orden de Enseñanza Lyricus (OEL). 
Cruzando todas las dimensiones del espacio existe un campo de vibración primario o de predominio cuántico. Este campo es no-físico, pero informa al físico. Existe independientemente de las estructuras físicas de existencia, y es conocido, entre los maestros Lyricus, como Estructuras de Información No-Derivadas (EIND) (UIS: Underivative Information Structures).

Las EIND son sub-cuánticas y representan el diseño primario para los sistemas de vida y para la materia inorgánica. Son las EIND las que dan lugar a los campos quánticos que inter-penetran los planetas, las estrellas, las galaxias, y el universo en general. Es el campo de comunicación de la vida que conecta lo no-local con lo local, al individuo con el colectivo, al uno con el infinito. El corazón energético es el componente no-físico de las EIND que es la entrada o portal de las EIND hacia los centros intuitivos e inteligentes del portador de alma o instrumento humano. En cierto sentido, éste es el diseño sub-cuántico del corazón físico. [El Corazón Energético]
Como lo explica este extracto, el corazón energético es el detector principal de las señales entrantes desde fuera del mundo del espacio-tiempo de nuestra realidad tridimensional. La mayoría de nuestras horas despiertas se pasan con preocupaciones que vienen del plano tridimensional exterior. El “nivel de ruido” del mundo objetivo, sin embargo, abruma el “sonido” desde el mundo subjetivo que está siendo detectado por el corazón energético. 

En pocas palabras, los sonidos que se generan por las frecuencias superiores (a menudo denominadas espirituales) son constantes y continuos, pero nuestro equipamiento humano tridimensional no lo detecta fácilmente. Nuestro instrumento humano está diseñado para captar las señales que vienen desde muchas de las frecuencias más elevadas así como por aquellos de la dimensión del espacio-tiempo. Sin embargo, debido a que nuestro entorno de educación dominante como especie está basado en un mundo tridimensional de espacio-tiempo, nosotros (excepto unos pocos), no estamos concentrados en desarrollar la sensibilidad para acceder las frecuencias más elevadas que rodean e interpenetran nuestro mundo. Irónicamente, nuestra existencia en la dimensión espacio-tiempo, en parte, ha creado la mera situación que ahora estamos esforzándonos por corregir porque ésta dio origen a la personalidad-ego separada con todos sus filtros que la obstaculizan. De hecho, nosotros somos materia espiritualizada y espíritu materializado.

Regresando a nuestro punto principal, hay una dimensión, frecuencia, plano, o mundo de emociones en el que estamos sumergidos cada día. Nosotros detectamos estas frecuencias como sentimientos de felicidad o tristeza, enojo o contento, miedo o amor. Nosotros tomamos por hecho tales sentimientos. Ellos son los estados de ánimo normales de nuestra existencia diaria. ¿Pero qué ocurre si pudiéramos desarrollar una sensibilidad por medio de la que pudiéramos detectar los flujos de energía reales de estas emociones? Esta valiosa retroalimentación nos permitiría “ver y escuchar” de una manera nueva y abriría un extenso campo de estudio y aprendizaje que facilitaría nuestro control de estas poderosas fuerzas de nuestro interior. 

“Vivir desde el Corazón” sugiere que estos sentidos superiores pueden estar más cerca de emerger entre nosotros como la siguiente etapa de la evolución de nuestra especie. La técnica cuándo-cuál-cómo puede ser uno de los métodos por medio del que nosotros desarrollemos estos sentidos superiores. Mediante nuestra práctica cuándo-cuál-cómo, una nueva sensibilidad se desarrolla en nosotros que nos permite trabajar inteligentemente con las seis virtudes del corazón. Esta sensibilidad nos permite detectar la ausencia o carencia de alguna de las seis virtudes que son necesarias para curar, reequilibrar, y revitalizar cualquier situación. La sensibilidad del corazón hacia el hábitat del alma es la clave para nuestra futura evolución espiritual. Simplemente tenemos que aprender cómo hacer esa conexión entre ésta y nuestra conciencia despierta. Por lo tanto, necesitamos desarrollar nuestra sensibilidad emocional natural hacia el corazón, del mismo modo que el corazón es naturalmente sensible al alma. De esta manera podemos desarrollar una línea de transmisión sin obstáculos entre nuestro Ser Superior en el no-espacio-tiempo y nuestra personalidad del individuo en el espacio-tiempo por medio de nuestro corazón energético. El primer paso para conseguir esta gran obra es mediante la práctica del cuándo-cuál-cómo. 

La sensibilidad que necesitamos no tiene nada que ver con ser sensible a la crítica. No tiene nada que ver con ser de “piel gruesa/insensible” o que fácilmente nos alteremos con la gente o por eventos. No se trata de ser sentimental, enjuagado en lágrimas, o efusivo. No, esta sensibilidad significa que seamos perspicaces, atentos, y en contacto con cualquier encuentro que se cruza en nuestro camino. Ésta es una sensibilidad que puede detectar instantáneamente la carencia de amor dentro de nosotros mismos o de otros cuándo ese amor está encerrado, bloqueado, u obscurecido por las densas nubes del hábito, ignorancia, ego, y miedo. La sensibilidad del corazón detecta el influjo del amor del alma conforme éste se irradia desde los planos multidimensionales del campo de energía universal global de Dios o Primera Fuente. Nuestra práctica va a abrir este flujo para todos nosotros los humanos conforme nuestros instrumentos humanos desarrollen su sensibilidad al corazón energético y sienta cuándo, cuál y cómo aplicar las seis virtudes del corazón.