La práctica del cuándo-cuál-cómo requiere equilibrio. Debemos aprender a ser neutrales en el sentido de que no recompensamos lo bueno y castigamos lo malo. No menospreciamos nuestros defectos y celebramos nuestros éxitos. Sopesamos toda la situación y el encuentro sin estar a favor o en contra de nadie ni de nada. Distribuimos las virtudes y permitimos la libre voluntad de los destinatarios de aceptar o rechazar lo que se da libremente.
Así como las virtudes se nos dan libremente por la Primera Fuente, las transmitimos a los demás como regalos del corazón. Y en el verdadero espíritu de dar, transmitimos las virtudes a los demás como regalos, sin esperar nada a cambio, por la alegría de dar. No podemos hacer más que esto.