“Deja que mi corazón sea sabio. Es el mejor regalo de los dioses.”Eurípides
En la Sección 3, aprendimos mucho acerca de las virtudes. Vimos cómo era un día típico para un individuo que no practicaba el cuándo-cuál-cómo. Luego repetimos ese día típico y vimos que había una enorme diferencia cuando se aplicaba la práctica del cuándo-cuál-cómo a las mismas situaciones y encuentros.
Es evidente que nuestro practicante aplica la práctica y las virtudes, pero tal vez no es tan obvio cómo las aplicó. En esta sección, vamos a examinar más de cerca la etapa cómo. Esta fase de la práctica es más abierta que las otras dos.
Está claro que tenemos que mantener nuestra atención y permanecer alertas de momento a momento durante nuestros encuentros diarios. Con nuestra conciencia centrada en el presente, aumentamos nuestra sensibilidad a nuestros pensamientos y sentimientos internos, así como a las actitudes y comportamientos externos de los que nos encontramos. Al mismo tiempo, porque somos conscientes y sensibles, podemos observar nuestro estado interno y nuestra situación externa que nos toca estar experimentando. En cuanto tengamos el hábito de mantener este estado del ser, la vida se volverá mucho más inmediata, rica y plena. Este estado desarrollado del ser es una plataforma potente desde donde practicar el cuándo-cuál-cómo.
En este punto estamos dispuestos a elegir una o más virtudes para aplicarlas a la situación que estamos viviendo. Tomando un caso del ejemplo de un día típico, después del almuerzo nuestro practicante va a la oficina de su jefa con la intención de pedir disculpas por su actitud y comportamiento negativo al principio del día. También encuentra el coraje para decirle que realmente necesita salir a tiempo porque su hijo jugará al fútbol después de la escuela. Reconoció cuándo aplicar las virtudes y eligió cuales virtudes aplicar a la situación, a saber, valor y humildad. Pero ¿cómo se aplican?