Cuando trabajamos con los animales domésticos, estamos trabajando con el reino animal. No hay ninguna razón obvia por la que no podamos practicar cuándo-cuál-cómo en todos los reinos de la naturaleza. Por ejemplo, podemos visualizar las virtudes del corazón que se extienden por todo el reino animal de nuestro planeta. Cuando entramos en nuestro patios, jardines o parques públicos, podemos practicar el cuándo-cuál-cómo expresando agradecimiento y humildad para el reino vegetal. El punto es que podemos irradiar las virtudes del corazón a todo el mundo natural. Una vez más, nuestro condicionamiento cultural puede tender a limitar nuestras creencias acerca de irradiar amor divino a todo el mundo. Creemos que los demás seres humanos necesitan las virtudes del corazón, pero que el mundo natural no. Sin embargo, el medio ambiente planetario está sufriendo por la incapacidad de la humanidad a vivir desde el corazón, igualmente estamos sufriendo nosotros los seres humanos.