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• Sintiendo confianza respecto a esta profunda experiencia, hago algo que nunca hubiera soñado hasta hoy. Me voy a la oficina de mi jefa y pido hablar con ella. Le pido disculpas por mi arrebato emocional y por el error que cometí en el proyecto. Estoy especialmente apenado por culpar a alguien más porque ante la evidencia se demostró el verdadero origen del error. Me digo a mí mismo lo bien que se siente admitir mi verdadera posición en todo esto—no tener que defender una posición falsa. La virtud de la humildad ha sacado esta carga de mis hombros.
Aquí vemos que nuestro practicante ha encontrado el valor de ser honesto con su jefa. Él expresa humildad a través de sus disculpas y de su arrepentimiento por haber actuado de manera egoísta. Esta admisión humilde y honesta es impulsada por el valor. En este caso, a pesar de que ha traído la virtud de la humildad a su experiencia de vida él no la ha expresado abiertamente. El valor es la fuente del poder energético para traer las virtudes a este contexto. La expresión puede ocurrir de dos maneras internamente y externamente en nuestras relaciones con familia, amigos y compañeros de trabajo.
De todas las virtudes, la humildad es, probablemente, la que es más repugnante para la personalidad-ego, porque el ego debe sentirse a sí mismo para estar en una posición superior, en relación con los demás. Curiosamente, de todas las virtudes, la humildad tiene esta connotación negativa unida a ella y a sus análogas. Para el ego, ser humilde es humillante. Esta virtud es interesante en este sentido y merece un pensamiento más profundo para los que quieran examinarlo más.